Columna Poliédrica
Ha tocado este año que la Columna salga en el día de navidad. Normalmente sale los días lunes aunque, a veces, sale publicada al final del domingo; sin embargo, la mayoría de la gente que tiene la paciencia de leerla, lo hace durante el día dedicado a la Luna, según las estadísticas que tenemos a la mano.
En estos tiempos que la celebración cristiana de la navidad genera que las personas se reúnan y compartan en paz no hace daño a nadie. Vivimos tiempos muy convulsos, muchas personas andan muy violentas por la vida, como si vivieran peleadas consigo mismas y con los demás; se trata de una época en que lo superfluó se ha apoderado de las mentes de la mayoría de persona, en que no hay tiempo para detenerse a analizar lo importante para los seres humanos.
En el siglo XX, a estas alturas, ya se había dado la Primera Guerra Mundial. Una confrontación a la que le siguió la Revolución Rusa, la pandemia de la Gripe Española y los felices años veinte que fueron el préambulo de la gran crisis económica que estalló al final de esa década; a diferencia del siglo pasado, hemos tenido guerras focalizadas, la pandemia del Covid-19 y en lugar de bonanza económica, la mayoría de los países presentan poco crecimiento e índices económicos sumamente discretos.
La década de los veinte del siglo XXI no nos permite ser optimistas. El mundo entero presenta una brecha social muy acusada, con índices de desigualdad y pobreza en crecimiento; a diferencia del siglo anterior, ni siquiera la actividad bursatil muestra un dinamismo que permita a los inversores adquirir acciones de la forma que lo hicieron sus homologos de hace cien años.
En materia política las democracias, pareciera, están siendo objeto de asalto por parte de la derecha radical. Y es que el régimen democrático siempre ha estado sometido a que los grupos radicales de ambos extremos del espectro ideológico, se aprovechen de sus problemas de funcionamiento para tomar el poder y una vez en él, propiciar régimenes verticales del más diverso estilo; nótese que hablo de grupos de derecha e izquierda, consciente no solo del exceso de ambos, sino también de lo reduccionista que es la dicotomía.
El ser humano debe juntarse para ser feliz y procurar el bienestar de sus semejantes. Curiosamente la navidad, al menos en la mayoría de países de occidente, propicia por un momento que las personas se junten para pasar momentos de disfrute y de alegría; aunque no siempre ocurre lo que decimos, es evidente que son excepciones al comportamiento que se espera de las diferentes personas en esta época del año.
¿Por qué a los seres humanos nos cuesta tanto tener un comportamiento solidario con nuestros semejantes? Es díficil contestar a esta pregunta, ya que la historia de la humanidad lo que demuestra es que el comportamiento contrario es el que ha prevalecido. La navidad aboga por la solidaridad entre las personas y ello, al parecer, llega a ocurrir en grupos pequeños, muy pequeños; no obstante, cuando se ha pretendido que ello escale a toda la sociedad, siempre aparece el hedonismo, la conducta contraria que se trae abajo cualquier modelo de solidaridad posible.
Ojalá algún día las conductas que provoca la celebración cristiana de la navidad puedan extenderse a todas las sociedades durante todo el año. Evidentemente el realismo más básico nos lleva a la conclusión de que soñar no cuesta nada y que los buenos deseos forman parte no de la realidad sino de un deber ser que difícilmente veremos materializado.
(*) Andi Mirom es Filósofo
andimirom@gmail.com
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